El multitasking bien aplicado
¿Cuántas veces has escuchado que hacer varias cosas a la vez es sinónimo de productividad? Seguro que muchas. Sin embargo, la realidad es otra: la multitarea mal gestionada puede ser un obstáculo más que una ventaja.
Multitasking: ¿Mito o realidad?
Tendemos a pensar que el multitasking significa realizar varias tareas simultáneamente, pero numerosos estudios han demostrado que esto no solo disminuye nuestra eficiencia, sino que también afecta negativamente a la calidad del trabajo. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Stanford reveló que quienes intentan hacer varias cosas a la vez tienen una peor capacidad de concentración y son más propensos a cometer errores en comparación con quienes se enfocan en una tarea a la vez. Además, alternar entre tareas puede reducir tu productividad hasta en un 40 % debido al llamado "coste del cambio".
Entonces, ¿cómo podemos aprovechar este concepto sin caer en sus trampas?
Mi experiencia con el multitasking
Para mí, el multitasking no es hacer varias cosas a la vez, sino realizar diversas tareas dentro de un periodo determinado, priorizando la calidad y el enfoque. Esto es especialmente complicado cuando las tareas son muy diferentes entre sí: reuniones, llamadas, planificación de estrategias… Si además, como yo, te obsesiona hacer las cosas bien, puede ser aún más desafiante.
Esta confusión me afectaba también a nivel personal: la sensación de no haber terminado algo o el temor a olvidarlo me perseguían fuera del trabajo. Por suerte, encontré dos soluciones clave que transformaron mi forma de trabajar.
Las claves para aplicar el multitasking bien
1. Planifica con una lista de tareas bien estructurada
No es solo apuntar tareas al azar, sino organizar tu lista basándote en tres criterios:
Prioridad: Identifica las tareas que tienen el mayor impacto en tus resultados o negocio.
Jerarquización: Analiza qué tareas dependen de otras (ya sea por tu parte o por terceros) y ordénalas para evitar cuellos de botella.
Deadlines: Ordena las tareas según las fechas límite, para que siempre sepas en qué enfocarte primero.
Este método no solo me ayudó a reducir mi ansiedad, sino que también mejoró mi comunicación con mi equipo. Ahora todos trabajamos alineados y con claridad, y yo puedo desconectar de tareas que aún no son prioritarias para concentrarme plenamente en la que estoy haciendo.
2. Aplica el método Pomodoro
El método Pomodoro es una técnica de gestión del tiempo que puede ser un antes y un después en tu productividad. ¿Cómo funciona?
Divide tu trabajo en bloques de tiempo, generalmente de 25 minutos (llamados "pomodoros"), seguidos de una breve pausa de 5 minutos.
Después de completar 4 pomodoros, tómate un descanso más largo, de 15 a 30 minutos.
La clave del Pomodoro es su simplicidad. Estos intervalos fomentan el enfoque en una tarea específica sin distracciones, mientras que las pausas regulares permiten que tu mente descanse y se prepare para la siguiente actividad. En mi caso, me ha permitido abordar tareas completamente diferentes con mayor fluidez, ya que cada pomodoro es una oportunidad para "resetear" mentalmente y empezar de nuevo.
¿Te animas a intentarlo?
Si alguna vez has sentido que el día no tiene suficientes horas, te invito a probar estos dos cambios. Empieza con algo tan sencillo como hacer tu lista de tareas esta noche o programar tu primer Pomodoro mañana.
Y no te quedes ahí: comparte tu experiencia. ¿Qué técnicas te han ayudado a mejorar tu productividad? Déjame tus ideas en los comentarios o contáctame directamente. ¡Estoy deseando saber cómo te va!
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